Ficha técnica: 
Título: Paisaje Expandido
Año: 2019-2020 
Formato: Videoinstalación interactiva en Realidad Virtual (RV)  Integra seis (6) canales de visualización simultáneas: Captura desde el visor de RV (4) Cámara cenital (1) Cámara frontal.Tutor: Franklin Aguirre. Ganador de Beca de creación de producción transmedial Ministerio Cultura 2019
           
Paisaje Expandido es una videoinstalación construida desde una perspectiva sensorial, kinética y colectiva. Esta propuesta plantea un ejercicio que entiende el arte como experiencia, sensación y vivencia de cada receptor. Por consiguiente, el espectador participa en la construcción a partir de las decisiones que toma frente a la experiencia inmersiva en un entorno de realidad virtual. Allí, el cuerpo se sitúa en una expansión sensorial que le permite componer y releer sus movimientos, traducidos en paisajes virtuales tridimensionales.
Etimológicamente, paisaje remite a una escena, un fragmento o los espacios inmediatos percibidos por un observador. Paisaje Expandido dezplaza esa mirada desde el dibujo hacia todo el cuerpo pensante, otorgando a cada gesto la capacidad de activar pensamiento. Este giro somático sitúa al cuerpo como herramienta principal de producción del paisaje, despojándolo de cualquier noción de objetividad o distancia. Lo que vemos es inseparable de cómo lo sentimos. La obra se inscribe así en un cruce entre dibujo y memoria, entre cartografía digital y sensibilidad corpórea. 
La instalación se compone de un espacio físico que incluye dos estaciones. En una de ellas, cada participante se coloca gafas de realidad virtual (Oculus Rift) y unos auriculares con sonido binaural. Este diseño sonoro guía al cuerpo, estimulando la orientación espacial, la atención sensorial y la activación del gesto. Una vez dentro del entorno virtual, el participante activa el trazo mediante su movimiento. En paralelo, en la segunda estación, las pantallas instaladas en el espacio expositivo proyectan en tiempo real lo que sucede dentro del entorno digital, expandiendo la experiencia hacia el colectivo.
 
En este sentido, el acto de dibujar se despliega como una extensión del pensamiento, configurando relaciones cinéticas con el espacio en un umbral participativo donde cuerpo y trazo dialogan. Así, el dibujo no solo traza formas, sino que activa un territorio sensorial y compartido, donde el paisaje se reconfigura como una experiencia espacial, afectiva y relacional.
De esta manera, la obra articula un archivo visual compuesto por 320 trazos que no se presentan como registros sueltos, sino como una unidad: una cartografía de gestos, una topografía efímera compuesta por fragmentos de presencia. El trazo aquí no representa, sino que documenta la experiencia sensible del cuerpo en un pensamiento colectivo.
Desde el punto de vista perceptivo, la obra se sitúa entre la proxémica y la kinestesia. La experiencia de dibujar activa la propiocepción, es decir, la conciencia interna del cuerpo en relación con el espacio. Esta activación sensorial genera una forma de percepción expandida donde el sujeto no solo “habita” un paisaje, sino que se vuelve parte activa de su construcción.
En síntesis, Paisaje Expandido propone una concepción del paisaje como experiencia compartida y como resultado de un hacer corporal que transforma la percepción. Se trata de una instalación viva como plataforma de resonancia entre cuerpos, trazos y memorias. Una obra en la que el dibujo —como pensamiento en movimiento— se vuelve un lenguaje colectivo para imaginar otros modos de habitar el espacio, lo visible y lo sensible.
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Participantes