


Ficha Ténica:
Título: Reconocer
Año: 2022-2024
Formato: Performance intermedial. El proyecto surge en el marco de “ARTEscénicas + digitalidad”, un programa de formación, mentorías, investigación y producción en artes escénicas/performativas y nuevos medios, liderado por el Goethe-Institut de Chile, Bolivia, Uruguay, Brasil y Colombia. Con la participación y colaboración de: Programación Processing: Edgar Suaréz –Bailarina- Avatar: Rebecca Zaa -Robótica: Leynar Castillo- Juan Manuel Galvis: Apoyo en Rokoko y Blender. Python en detención de imagen: Daniel Reyes. Editor texto Sala: Jhon Mesa: Diseño gráfico: Andrés Montoya: Montaje y Producción equipo técnico del Goethe Institute Kolumbien.
Reconocer es un proyecto colectivo en construcción que emerge de una necesidad: despojar al cuerpo de los códigos corporales que pueden migrar hacia otras dimensiones cognitivas. En su núcleo, despliega una investigación que cuestiona las fronteras que han privilegiado la escritura alfabética como única vía legítima de producción de conocimiento, subrayando las formas de exclusión generadas en torno a otros sistemas expresivos y cognitivos inscritos en el cuerpo.
La propuesta indaga en los vectores visuales del movimiento y en las herencias ancestrales que cada cuerpo conlleva, manifestadas como recorridos corporales persistentes. Estos recorridos evocan saberes que pueden operar como ideogramas vivos. A partir del diálogo con tecnologías contemporáneas —como el análisis de movimiento (Mocap) y los lenguajes de programación—, el cuerpo en Reconocer deviene salto de patrones: traza signos efímeros, propone ideogramas cinéticos y gestos como unidades semánticas en mutación.





En este sentido, la investigación entra en resonancia con los estudios de notación del movimiento desarrollados por Rudolf Laban, no para adoptar su sistema como técnica cerrada, sino para tensionar y expandir su principio fundamental: la posibilidad de leer y escribir el movimiento como lenguaje. Aquí, la notación se visibiliza desde el punto, la línea y el trazo inestable y situado, donde los gestos no buscan ser fijados, sino activados como territorios de pensamiento.
La noción de “volver a conocer” se retoma desde su origen etimológico —del latín recognoscere, compuesto por re- (de nuevo) y cognoscere (conocer)— como un acto que no se limita a identificar lo ya visto, sino que implica una reapropiación de lo que llamamos saber. Esta perspectiva dialoga con lo que Barón Jakob plantea en Ideas para una concepción biológica del mundo (1926): “reconocer no significa otra cosa que crear nuevamente de una manera ya conocida”.
Así, el proyecto se aproxima a escrituras que no buscan traducir lo otro al lenguaje dominante, sino abrir un espacio intersticial donde el cuerpo pueda, una vez más, convertirse en un territorio que habilite posibilidades para múltiples estudios semánticos y experiencias perceptivas. Un flujo de datos que, lejos de aspirar a una codificación cerrada, se despliega como un campo para ideogramas cinéticos y líneas cambiantes. No se trata de sistematizar en un esquema universal, sino de explorar cómo el cuerpo puede generar escrituras situadas, atravesadas por memorias y contextos culturales. Esto se aleja de la pretensión de universalidad en Laban y se acerca, en cambio, a un territorio propio de la investigación-creación.

